Hay veces que te alcanzan los días tristes. El sol que podría arreglarlo lo empeora, crea sombras alargadas, fantasmagóricas para ti, en estos días.

No hay sonrisa que te levante, no las ves. Llantos de niños que no consiguen dormir, llantos de padres meditabundos que carrean las aceras grises de su barrio buscando alguna respuesta, decoran el paisaje oscuro y turbio que te fabricaste, en estos días.

La lluvia te viene de todos lados, empapa tus claros, encharca las calles para tus gastadas botas de suelas resbaladizas y se mezcla con el viento revolviendo tus entrañas, en estos días.
Nunca parecen terminar. Se meten en tu fondo, en lo más profundo, como un índice lo hace en la herida. Te hurgan buscando dolerte, en estos días.

Luego se esfuman como si nada, dejándote exhausto, ante las nubes o el sol. Florece algo que había muerto y todo parece recobrar sentido de nuevo, hasta la siguiente embestida, en esos días.