Buscaba la caricia, esa con forma de golpe.
Exigía el insulto, provocando a las personas adecuadas.
Se acercaba al fuego, al de las llamas más altas.
Sangraba en directo, jactándose del enfrentamiento, de la lucha y la batalla.
Así terminaba los días, convirtiéndolos en semanas.
Viviendo en el dolor, muriendo se derramaba.
A los demás podría no gustarles, parecer para ellos rara.
Pero que importaba eso a esta terca, única y liberada.
El sufrimiento lo quería para ella y a nadie se lo regalaba.

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