Las muñecas de mi hija no hacen nada si ella no las mueve, los muñecos tampoco. Cuando los agarra y los lleva a escena, intentan lo mismo los unos y las otras, actuar para ella. No son malos en lo suyo, porque mi niña sonríe, yo también, pero yo con baba, estaría bueno.
Y estos actores y actrices cuando caen en el abandono no tienen representantes que avisen a mi hija de que su representada está bocabajo en la bañera, con la cabeza en un charco y con la ropa de otro que está colocado en un tanque del hermano con falda y tacones, quietos y rígidos ambos, esperando de nuevo su momento. Pero ahora no es, ahora igual ve dibujos o se está sacando un moco, pero no está para actuaciones que dependan de ella. Ni conoce la empatía, ni la súbita incomodidad de no poder moverse por sí mismos que sufren sus «amigos».

Qué bonito lo cuentas !!
Con qué facilidad dibujas con palabras tus pensamientos.
Me encanta y me sorprendes con cada texto que se te ocurre.