Vito ya tiene ocho años. Es miedoso, pero astuto y previsor, por eso dejó su luz encendida. Al despertarse en la quietud de la madrugada le envuelve el nerviosismo. La luz lo protege, sin embargo, sabe que el pasillo hasta la habitación de sus padres no consigue hacerlo a esas horas sin correr. Ahí su luz lo abandona y los monstruos se agolpan donde él sea capaz de imaginar. Y ese miedo que los adultos no comprenden, pero que conocen de cuando lo comprendían, se apodera de él como cada noche. Y lo convierte en plusmarquista de mallitas
y dorsal.
Cuando por fin se vuelve a sentir seguro bajo las sábanas y las protestas dormidas de sus padres, levanta mentalmente sus brazos, convertido en vencedor. Vuelve el sueño abrazado por el estrecho espacio que le dejan, a esas horas para él, el lugar más seguro del mundo.

Increíble chico!!!justo ahora estamos en estas con Hugo!!!!! Tal cuál!!!!
Cómo cuesta hacerse mayor !!
Cuántas visicitudes hay que superar hasta conseguirlo .