Hay veces que viendo una buena peli, si no esto no se daría, las lágrimas me vienen, pero las aguanto como un campeón, como un tío.
Y me pregunto, ¿es ahí donde otros lloran?, ¿dónde gente más sensible no se contiene?
Sería estupendo dejar las lágrimas fluir, pero no, yo no.
Me las guardo para algo mejor, o peor, para algo peor.
Vuelven adentro, frustradas por no cumplir su cometido, muriendo antes siquiera de nacer, de brotar.
Pero, no sé, lo siento. Ellas no pueden conmigo. Yo soy un tío, y como dijo Robert Smith, «los chicos no lloran».