Se le repiten los caminos, más que ninguno, los que hace de vuelta. Los de ida se le presentan más amables e impulsivos. Así, va sonriendo y vuelve dolorido. Determinante, ha decidido andar la ruta en modo circular, dibujando un trayecto que, tal vez un día, cierre en el punto donde se inició. Confluiría principio y fin sin dolencias ni tristezas. Y tendría tantas cosas que contar a su «yo» de las idas y las vueltas… Y tendría tantas anécdotas… Las buenas, recogidas donde almacena las alegrías, las malas, aparcadas en la cuneta del camino de regreso por el que ya nunca volvería. Los pasos hacia adelante en la hierba fresca, con esos zapatos que se tornaron viejos de ser jóvenes tanto tiempo ¿Y los ríos?, cruzados, seguirlos en volver se le convertían. Los caminos, siempre de ida, de mil cosas llena la mochila y de ninguna con las que partía.

Qué bonito !!!
Me ha encantado.👌👌👌