No quería hacer la pregunta.
Busqué afirmarlo todo para evitar la interrogante. Pero era inevitable.
El símbolo se dibujó dando lugar a lo que su hermano más adelante cerraría.
Y así llegó el abismo, por la respuesta.
¿Cómo algo tan certero podía generar tantas dudas?
Llegase la noche o la mañana, allí la veía pidiéndome una reacción, cerrándome el paso.
Y yo regateándome a mí mismo, y a ella.
Y yo mintiéndome, a las claras, desnudo de estrategias.
No quería hacer la pregunta, pero se hizo.
No quería la respuesta, pero no se apartaba.

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